Lo que no debe pasar es que existan distintas trayectorias de vida a propósito de tu género
Las mujeres alrededor del mundo integran la mayor proporción de personas mayores y Chile no es la excepción. En esta línea, la diversidad de los individuos generada por el género es algo que ha influenciado a las personas mayores de la actualidad, en ocasiones definiendo sus roles debido a aspectos socioculturales del país y -en otras- por la trayectoria de vida que llevaron. Es por ello que en esta edición se entrevistó a Olivia Larraín, Coordinadora Académica del Programa de Adulto Mayor de la Universidad Católica, quien comparte su conocimiento sobre las distintas aristas de envejecimiento y género.
Hay que pensar el envejecimiento como algo que ocurre en el curso de vida. En ese sentido, lo más importante es la manera en que se vive. Lo que será fundamental para la vejez que tenga una persona es el cómo envejeció, especialmente las condiciones de vida que transitó.
Lo que ha sido fundamental y nos diferencia en términos de longevidad son los avances de salud pública. Todo lo que se refiere a avances en medicina, políticas de promoción y prevención, ha permitido que las personas puedan tener una mayor longevidad, es decir, que vivan más años. Pero esto no tiene relación con la calidad de vida de esos años. Está el logro de aumentar la expectativa de vida, con mejoras en salud, pero no se ha logrado que eso mismo se vea reflejado en la calidad de vida de las personas mayores.
Las mujeres mayores del Chile de hoy son mujeres que vivieron y crecieron en una sociedad donde los roles de genero estaban muy marcados. El ser mujer estaba fuertemente asociado al cuidado de otros y a estereotipos más ‘clásicos’, los que marcaron sus trayectorias de vida. Entonces, si lo pensamos desde la idea del cómo era ser mujer en Chile hace 30 o 40 años, se podría pensar en que existía una menor diferenciación en las trayectorias de vida, se creció con ‘un camino’.
La falta de reconocimiento tiene relación con la normalización que se ha dado, en la medida que se normalizó que la mujer se quedara en la casa. Se dejó de ver que gracias a eso, el hombre podía trabajar tranquilamente, sin la carga mental de tener que cumplir en el mundo privado del hogar. Se generaron relaciones de poder desiguales entre hombres y mujeres en las que se normalizaron distintas funciones o roles. En esa medida, la falta de reconocimiento es porque era algo que ‘correspondía’ y era parte del ‘ser mujer’. Siento que desde ahí puede venir esa falta de reconocimiento. Sin embargo, esta situación -en los últimos años- ha generado cuestionamientos sobre la trayectoria de vida. Es un inicio para que a futuro no sea relevante si se es mujer o hombre, sino que tengamos todos las mismas oportunidades, que comencemos a preguntarnos sobre esas elecciones y sobre las implicancias que tienen, o el reconocimiento que significarían. Antes, probablemente estaban invisibilizados porque culturalmente era ‘lo que tocaba’ o lo que ‘correspondía por ser mujer’.
La definición de rol era mucho más marcada y existían relaciones de poder desiguales. Por ejemplo, hay autores que indican que se ubicaba al hombre en una figura de proveedor, de la vida ‘externa’ al hogar o pública, pero no hay que olvidar la carga que eso pudo significar para los hombres. La falta de un enfoque de género es un problema que afecta tanto a hombres como mujeres.
En mi opinión, hombres y mujeres, al menos las generaciones actuales, han envejecido de manera distinta, porque las trayectorias de vida que se les ha permitido tener han sido diferentes. En ese sentido, ambos géneros, han tenido repercusiones negativas.
Por un lado, la mujer contaba con un bajo nivel de reconocimientos; camino en el que se está trabajando y mencione. Y por otro, las generaciones mayores de hombres se han visto perjudicadas en relación al establecimiento de redes, que tienen que ver con la comunidad, con el pertenecer, con el contribuir desde ella, lo cual es reconocido como un factor protector del envejecimiento.
El hombre mayor actual creció en una sociedad donde no estaban favorecidas las redes de apoyo como algo que se potenciara en el género masculino. Entonces, ahí tienes un envejecimiento con un mayor aislamiento. Ocurre mucho que hombres que se quedan viudos, mueren más rápido o que, en las participaciones de talleres, de cursos que existen para personas mayores, el 80% sean mujeres. Existe algo en la crianza del hombre que dificultó el cuidado propio desde las redes.
Ahora, sumemos a eso el aspecto de desconexión. Muchas veces se les negaba el ámbito emocional. El hombre que actualmente es mayor, creció reprimiendo el llorar, el sentir pena o sentir angustia. Eran emociones que debían autorregular, lo que tiene implicancias en términos de salud mental. Por ejemplo, en el tema de suicidio, los ocurridos en hombres mayores son mucho más ‘efectivos’.
También está el tema de las tareas. Tienes hombres que socialmente estaban ‘obligados’ a ser el proveedor, a mantener económicamente a la familia, esto es pensando estereotípicamente los roles. El tema de la salud, no solo la mental, sino que también la física, los hombres consultan mucho menos por su salud y cuando llegan, están en estados mucho más avanzados. Hay un tema de autocuidado que no desarrollaron o que culturalmente no se le permitió. Generalizando, podrías decir que se les crió de manera ‘desconectada’ o vinculada fuertemente al producir y al ser cuidado, en el sentido de no cuidar a otros ni cuidarse a sí mismo.
Afortunadamente, las mujeres que son mayores están en otro mundo respecto del que transitaron en su trayectoria de vida previa. Ahora hay mucho de lo políticamente correcto en cuanto a lo que se le pide o no a alguien. En ese sentido, tienen la suerte de que ahora cada vez más, la sociedad se cuestiona el tener prejuicios, el discriminar, pero sin duda, uno de los desafíos de ser mujer mayor hoy tiene que ver -en parte- con la ‘asexualización’, es decir, una negación de la sexualidad. Ser hombre mayor hoy es atractivo, pero ser mujer mayor hoy se vincula al ‘ser abuela’.
En ese sentido, para las generaciones actuales, la imagen que tenemos de una mujer mayor de 60 años es muy antigua, que no tiene nada que ver con las mujeres mayores de ahora. Un ejemplo un poco extremo lo tienes en Madonna, que tiene un poco más de 60 años, y nos llama la atención porque para nosotros una mujer de esa edad no puede estar semidesnuda en un escenario. Hay cosas que han ido cambiando. Las mujeres están más empoderadas, pero te encuentras con ciertas aristas que siguen latentes y en el inconsciente, que tienen que ver con una imagen estereotipada que tenemos de la mujer mayor. Entonces, ahí se pueden dar cosas como que la mujer podría permitirse en menor medida el tener pareja o volver a casarse. Lo más problemático podría ser que se cuestione sus elecciones actuales de vida.
Algunas cifras indican que cuando el hombre queda viudo, sino se casa o empareja rápido, muere pronto y algunas mujeres mayores, por el contrario, cuando se quedan viudas, experimentan sensación de libertad. Quizás estas últimas se dan cuenta de que estaban en relaciones difíciles y que la etapa de abuso ya pasó. En términos de trayectorias de vida, las diferencias de roles, los vínculos con sus parejas estaban normalizados, especialmente el aspecto de estar en una relación de poder desigual. Entonces estaba mucho la sensación de que no podían elegir salir de ahí. En cambio, ahora no tienen que elegir.
Cada vez más mujeres mayores se atreven en su sexualidad o en su vida en general, pero tiene que ver el hecho de que hay una sociedad que les dice: ‘tú puedes elegir lo que quieres’. Antes no se daba tanto o la tuvieron y el aspecto social no apoyaba sus decisiones. En ese sentido, en términos personales, quizás algunas se están atreviendo, divorciándose o empezando una nueva vida en pareja, o se están atreviendo a vivir una sexualidad que previamente no se atrevieron a vivir. Puede ser que ahora hay más que dicen: ‘me atrevo’, pero estereotípicamente -como sociedad- tenemos la imagen de la abuelita, que va cambiado obviamente.
Posiblemente, en este tema de la imagen hay una alta desigualdad de género. A la mujer se le ha exigido o está metida en una sociedad donde existe culto a la juventud y a lo inmediato. Todas las imágenes de lo que es ser deseada están vinculadas o asociadas a la publicidad. Ahí se da una suerte de dictadura de la juventud, lo que atañe directamente a la mujer y no al hombre. El hombre se ve más atractivo con la edad, el típico dicho de ‘estar como el vino’. Esto ocurre en menor proporción en las mujeres mayores.
También, pasa mucho que cuando una pareja termina, la nueva pareja del hombre es mucho menor en términos etarios. La vivencia subjetiva de la mujer, que se separa a los 40 años, surge la idea de que va a tener dificultades para encontrar pareja. Existe una cultura y una publicidad donde la belleza y el deseo están mucho más asociados a la juventud en el caso de las mujeres.
La trayectoria de vida, el cómo vive una persona, va desde las condiciones en las que vive, el trabajo que tiene, las condiciones de su salud mental, el tema de vínculos, todo eso afecta a la persona. También, en términos de roles de género y de desigualdades de poder -sin generalizar claro está- pero lo que se ha visto es que los hombres y mujeres actuales han tenido diferentes trayectorias de vida.
También algo muy importante está en las diferencias en términos de recursos económicos. En general, las mujeres que son personas mayores en la actualidad han tenido una trayectoria laboral precaria, con menores ingresos, y eso todavía es así. Las mujeres mayores han tenido una trayectoria de vida más irregular en términos de jubilaciones, de trabajo. Actualmente está un poco más regulado, pero piensa en un evento tan importante como es ser madre, ahí lo más común era que dejaban de trabajar. Entonces, un trabajo irregular e inestable se ve reflejado en menores pensiones y eso genera una diferencia en términos de recursos económicos entre hombres y mujeres.
Otro aspecto importante está en el tema de las redes. Las mujeres han sido más capaces de preservarlas y sabemos que son un factor protector para un envejecimiento saludable y activo. En términos de tareas y de roles, la trayectoria de vida de las mujeres mayores de ahora estaba mucho más asociada a cuidados (cuidado y descuidado). Existe una entrega por otros y un descuidado propio, pero no hay que olvidar que esto también aplica a los hombres. Sabemos que las redes permiten desarrollar mejor calidad de vida en la vejez y la trayectoria de vida masculina de las generaciones anteriores era muy distinta y no necesariamente estaba asociada a forjar redes como en el caso de las mujeres.
Las futuras generaciones de personas mayores van a afrontar todo esto que estamos hablando de manera muy distinta y cada vez será mayor el desafío, porque los acontecimientos a nivel país y a nivel mundial, cada vez van a ser más acelerados. Las personas que trabajamos con personas mayores vamos a tener que actualizarnos mucho más, pero pensando en las nuevas generaciones de personas mayores. Actualmente las personas de 20-30 años presentan cuestionamientos de género complejos al compararlos con las personas mayores actuales, por ejemplo, la idea de un género más ‘fluido’. Entonces evidentemente bajo la idea de un género fluido es impensable pensar en roles asociados a un género en específico. También, con el estallido social, con la contingencia y con cómo está el mundo actual, se ve un período histórico tan potente como lo fue cuando las mujeres empezaron a votar.
Quizás. Ahora nos encontramos con géneros más fluidos, entonces se da la imposibilidad de generar roles asignados. Por otro lado, te encuentras con generaciones que están en contra de estos roles clásicos, hombres que exigen la conexión emocional, mujeres que exigen equidad en términos de sueldo, oportunidades laborales e incluso la crianza de hijos. En esto último, lo que esas generaciones están buscando, es la corresponsabilidad y no que el hombre `ayude´; que ambos cuiden y críen a sus hijos. Ahora, piensa que el envejecimiento que lleva una persona va relacionado a la trayectoria de vida que ha tenido, las generaciones actuales -que serán las personas mayores del futuro- envejecerán con roles menos marcados. Las oportunidades que tengan ya no van a estar tan determinadas por el género, y son generaciones que, si ven eso, que la sociedad busca que se determinen por su género, lo van a combatir o -por lo menos- cuestionar. Son generaciones donde si alguien cuida a otro, también se le va a reconocer, porque ya no va a ser un rol que se definió para esa persona culturalmente, serán generaciones mucho más responsables de la vida que quieren vivir por su heterogeneidad y no por ser mujer u hombre.
Resumiendo, encontraremos diversidad y heterogeneidad de personas mayores, pero no por su género, sino por sus gustos y otros aspectos. El género probablemente dejará o debiera dejar de ser un eje que determine la trayectoria vital y que -por lo mismo- determine el tipo de envejecimiento, al menos eso es por lo que se está trabajando ahora.
En términos estadísticos, la mujer tiene mayor longevidad en lo rural. Pero es complejo, no podría decir si existen diferencias entre ruralidad y urbe en términos de envejecimiento. Evidentemente existen, pero me parece que es algo en lo que se ha ahondado poco. Un aspecto muy beneficioso en la trayectoria de vida de la mujer es la preservación de redes, entonces sería muy importante revisar ese tema. Pero es importante no solo pensarlo en mujeres, la trayectoria de vida en lo rural y la urbe son distintas, tanto para mujeres como para hombres, pero como te comento, el foco de la política pública y de la academia siempre ha estado en la urbe, entonces es imperativo pensar en la generación de información para todos los contextos.
El tema de la violencia de género me parece que esta invisibilizado en las personas mayores. Primero, partamos diciendo que hay varios tipos de violencia de género: una ‘normalizada’ y otra más directa, en esta última entras en algo mucho más delicado. Está la más visible: la de golpes y violaciones, entre otros, pero también tienes el maltrato psicológico, denigración y otras. Y en el caso de las mujeres mayores, lo que sucede es que está un poco más invisibilizada. Probablemente porque el plano de lo privado y lo público era algo muy relevante de resguardar y hay también mucha vergüenza y angustia asociada a reconocer la violencia. En ese sentido es difícil para la mujer asumirlo. En algunos casos es probable que cuando muere el conyugue o la pareja se separa, es cuando aparece esta libertad de la que hablamos, de que la mujer siente que puede hacer otras cosas, porque existían cosas que se normalizaron y que en la realidad correspondían a violencia de género.
Más que preguntarnos si está preparado, lo importante es plantear que sí se puede estar preparado. Si aumentamos el foco en la prevención, con educación y salud, se genera un soporte para mejores trayectorias de vida y -por lo tanto- mejores envejecimientos. Creo que el gran problema sería si nos focalizamos en tratamientos y no en la prevención.
También me parece que es fundamental la formación de profesionales. Se va a necesitar gente mejor formada; encargados de leyes, cuidadores y todo tipo de personas vinculadas al trabajo con adultos mayores, porque existen muchas cosas que aumentan con el pasar de los años, como enfermedades crónicas, Alzheimer, demencias, etc. Hay muchas aristas que requieren un arduo trabajo, solo por el hecho de que la población envejece, y si nos enfocamos en los factores protectores podemos apalear todo esto.
En términos de brecha de género, espero que se hagan cosas que no solo impliquen visibilizar, sino que también sean actos ejecutables reales. Sabemos que existen diferencias en términos de relaciones de poder, de maltrato, de roles, de recursos económicos, eso está muy visibilizado, pero debemos pasar del saber al hacer algo al respecto. También, personalmente, creo que no se trata de la igualdad, sino que de la equidad. Un buen ejemplo es esa imagen donde tienes 3 personas, con distintas alturas, están tratando de ver por una cerca, y se entrega el mismo piso de 30 cms. Sin embargo unos necesitan más y otros menos, es necesario reconocer la heterogeneidad y diversidad de la persona, entonces debemos generar equidad en base a ellas.
El desafío es considerar la diversidad, pero aboliendo la diferencia o cualquier discriminación o violencia hacia la mujer. Lo que no debe pasar es que existan distintas trayectorias de vida a propósito de tu género. No es que seamos todos distintos en torno a ser hombre-mujer, sino que somos todos distintos como personas. Debemos considerar la diversidad como sujetos y no debido al género.