Chile no se hace más joven. Día a día el número de ciudadanos de 60 años o más crece mientras que la cantidad de personas en edad de trabajo disminuye. En este sentido, el bienestar de personas mayores se ve afectada por la presencia y ausencia de organizaciones formales e informales que puedan suplir las necesidades de las personas mayores, así como de las redes de apoyo.
El Observatorio del Envejecimiento, a través de su reporte respecto a este tema, levanto interesantes cifras y análisis, las cuales se encuentran a continuación.
Los datos entregados por la encuesta CASEN indican que existe una proporción importante de personas mayores que durante el año 2017 participaron en organizaciones. De hecho, el 35.5% de las personas mayores de 60 años declara haber participado en alguna organización durante los últimos 12 meses. Asimismo, el grupo que presenta mayor participación corresponde a las mujeres, de las cuales un 38.4% indica que participó, mientras que, en el caso de los hombres, esta cifra cae aproximadamente 7 puntos porcentuales, llegando a 31.7%.
Si se compara la participación de las personas mayores con respecto a la del resto de la población, se observa que en este último grupo, solo el 25% ha formado parte de alguna organización en el último año.
El aumento en el porcentaje de personas mayores que habitan viviendas unipersonales ha sido una realidad tanto en Chile como en el mundo. De un listado de 28 países OCDE, Chile se encuentra en el lugar 23 respecto del porcentaje de personas mayores que habitan viviendas unipersonales, con su 13.4% de adultos mayores en dicha situación habitacional el país se encuentra por debajo de aquellos de Europa y Norteamérica, donde más del 18% de la población total tiene sobre 60 años y sobre el 15% de esta vive sola.
En el caso chileno, según la encuesta CASEN, entre 1990 y 2003 la cantidad de personas de 60 años o más que vivián solas se estimaba entre el 8% y 10%. A partir del año 2003 se genera un aumento uniforme, desde un 10.5% en 2003 hasta 13.4% el año 2017. Estas cifras permiten estimar que en la actualidad existan al menos 460 mil personas mayores viviendo solas.
Chile es uno de los países OCDE con la mayor cantidad de hogares con al menos una persona de 60 años o más, alcanzando un 41.9%, superado levemente por países europeos como Grecia e Italia donde dicha cifra asciende a 45%. Por otra parte, en Sudáfrica, solo 2 de cada 10 hogares tiene presencia de adultos mayores.
Esta alta presencia de personas mayores en los hogares chilenos también se condice con aspectos socioculturales del país, tales como el componente familiar asociado a las redes de apoyo . Asimismo, las relaciones filiales (padres a hijos/hijos a padres) han sido una arista importante en la sociedad chilena en lo que respecta a la entrega y recepción de apoyos y se ha visto reflejado en encuestas y estudios del tema.
Tal como indica la Encuesta de Calidad de Vida en la Vejez del año 2013-2016, la mayoría de las personas mayores de 60 años o más declara haber recibido algún tipo de apoyo por parte de sus hijos en los últimos 3 meses y en la medición del año 2016 se observan incrementos en los apoyos como: ayudas prácticas, apoyo económico o consejos e información, entre otros. En el caso del apoyo emocional de los hijos a los padres, este presenta una de las mayores variaciones entre el año 2013 y 2016, aumentando 10 puntos porcentuales en 2016, llegando a 69.5% de los encuestados.
Por otra parte, las personas mayores también declaran haber entregado algún tipo de apoyo a sus hijos. En el caso del apoyo emocional, el 64% declara haber hecho dicha acción durante el año 2016, lo que es un incremento de aproximadamente 10 puntos porcentuales respecto del período 2013. En esta línea, durante el año 2016 el aconsejar y apoyar económicamente a los hijos son aspectos que también aumentaron en relación con la medición anterior, mientras que la asistencia en cuidado personal y la ayuda práctica de los padres a los hijos se mantuvieron estables.
En Chile las redes de apoyo también se pueden encontrar en instituciones formales. Sin embargo, estas no se encuentran exentas de dificultades en su actuar. Tal es el caso de aquellas pertenecientes al sistema público, las que según expertos en el área presentan desafíos a nivel de coordinación. Sara Caro, Académica de Trabajo Social de la Pontificia Universidad Católica de Chile y Doctora en Psicología de la misma casa de estudios, comenta al respecto: “En Chile, existen muchos servicios para las personas mayores, pero en la mayoría de las comunas esos servicios muchas veces no operan como red, operan como isla”.
También, se ha dado un alto desarrollo de organizaciones compuestas por adultos mayores. Tal como indica María Paz Sagredo “no podemos olvidar las organizaciones de las personas de 60 o más años en Chile, los clubes del adulto mayor, algunos más temáticos, como las de pensionados o de grupos folclóricos senior. Es un mundo bien heterogéneo y lo importante es que son organizaciones compuestas de adultos mayores”.
En esta línea, Sara Caro complementa respecto de la velocidad de acción que pueden tener las organizaciones de pares: “Las redes compuestas por pares ayudan mucho a intervenir tempranamente. La red de apoyo en el grupo ya sea de alguna organización, de la parroquia, de los amigos o de los vecinos, muchas veces entrega apoyo emocional o económico mucho más rápido que cualquier servicio o fundación”.
María Paz Sagredo habla sobre la alta presencia nacional que estas tienen: “Existen más de 13 mil agrupaciones de personas mayores a nivel nacional, no solo los clubes de adulto mayor, sino que también agrupaciones temáticas, como sindicatos o incluso grupos de baile”.
Frente al rol que cumplen las organizaciones compuestas por personas mayores, Sara Caro entrega sus recomendaciones, en donde se encuentra el empoderamiento de las personas mayores como agentes de cambio ya que existe la necesidad de “pensar que hay adultos mayores que pueden adquirir ciertas herramientas y después replicarlas con sus pares, tienen la capacidad de formar redes de apoyo entre ellos”, comenta.
El fomentar adultos mayores activos también es una de las preocupaciones que las propias personas mayores identifican. Tal como indica la académica: “son las mismas personas mayores quienes quieren actuar. Muchas veces comentan: ‘¿Por qué tenemos que esperar que alguien venga y haga cosas?’. Siempre hay una persona mayor que está más empoderada y se pregunta: ‘Bueno, ¿por qué tengo que esperar?’. Ya no existe la idea de personas mayores pasivas, sentadas y esperando que la vida les pase”.
Las personas mayores que participaron de esta edición resaltaron 5 temáticas principales referidas a sus redes de apoyo y a la contingencia nacional: razones para participar de agrupaciones/redes de apoyo, la amistad como red de apoyo, intereses en como las redes de apoyo formales las pueden ayudar, personas mayores como red de apoyo de otros y las protestas como un método de expresión.
Y plantearon que una de las mayores necesidades corresponde a contar con instancias de participación donde sus intereses sean tomados en cuenta. En este sentido, la creación de programas de perfeccionamiento y de envejecimiento activo juega un rol fundamental, ya que las personas mayores participantes consideran el proceso del envejecimiento por el que pasan como una oportunidad de desarrollarse tanto en lo profesional como en lo personal:
“Nos encantaría que nos manden profesores, que envíen a alguien nos enseñe cosas nuevas”
María, 62 años, secretaría
Entre las principales razones de la participación de redes de apoyo entre pares se encuentran el contar con oportunidades de interacción con otras personas de su edad, ya que se sienten aisladas debido a cambios en la demografía de sus barrios. Tal como indica Sofia, de 74 años:
“Participo de grupos de personas mayores porque busco comunicarme con más gente de mi edad. Donde yo vivo toda la gente es joven”.
Asimismo, la participación entre personas mayores de 60 años o más también plantea mejoras en los aspectos psicológicos y fisiológicos, Sofia indica como ser parte de este grupo la rejuvenece:
“Tengo 74 años y cada vez que nos juntamos o salimos me siento de 18”.
Frente a este nuevo contexto, la participación y la formación de redes de apoyo toma un nuevo significado. Organizaciones formales e informales entregan servicios y responden a algunas de las necesidades que las personas mayores de hoy requieren satisfacer. En este sentido, la alta presencia y participación de adultos mayores en organizaciones de pares debe ser impulsada para así empoderar a sus participantes, y en el caso de las organizaciones formales y gubernamentales, estas deben alinearse con las necesidades e intereses de una población que, en palabras de ellos mismos, busca desarrollarse en las distintas aristas de su vida.