Reconocimiento Constitucional de los derechos de las personas mayores

Reconocimiento Constitucional de los derechos de las personas mayores
Reconocimiento Constitucional de los derechos de las personas mayores

La iniciativa popular de norma N° 48.034 gestionada por Voces Mayores, organización de la cual el Observatorio del Envejecimiento es parte, busca darle un espacio a las personas 60+ en la Nueva Constitución.

Reconocer constitucionalmente los derechos de personas mayores es lo que busca la Iniciativa Popular de Norma N° 48.034, impulsada por la organización Voces Mayores, de la cual el Observatorio del Envejecimiento para un Chile con Futuro es parte activa.

Para que esta iniciativa sea considerada, requiere la firma de 15.000 personas, es por ello la relevancia de conocerla.

Dentro de sus principales arumentos destaca que La nueva Constitución, en primer lugar, debe consagrar el derecho de las personas a desarrollar sus potencialidades durante todas las etapas de la vida, permitiéndoles envejecer con dignidad, y valorando el aporte permanente que hacen a la sociedad en distintas esferas. Ello se puede traducir en la práctica de diversas maneras, principalmente vinculadas con la posibilidad de contar con condiciones adecuadas de vida y con oportunidades equitativas para el desarrollo personal. Luego, se debe mandatar al Estado a que promueva la plena inclusión de las personas mayores en distintos ámbitos de la vida en sociedad, y junto con eso, asegure su debida autonomía, independencia y desarrollo personal, así como la posibilidad de incidir en las decisiones que les afectan aún en situación o condición de dependencia y/o enfermedad. En tercer término, es imprescindible que la Constitución rechace cualquier tipo de discriminación y maltrato por razones de edad en cualquier ámbito, tanto en lo público como en lo privado.

Asimismo, es necesario que la Constitución adopte un enfoque de derecho respecto de las personas mayores, es decir, que las considere sujetos de derecho y no objetos de protección. Para ello, es importante que quede consagrado explícitamente el deber del Estado de velar tanto por la titularidad como por el ejercicio de sus derechos, libertades y responsabilidades. Por último, es importante mencionar que la ley debe generar las condiciones para materializar o posibilitar el debido ejercicio de los derechos garantizados en instrumentos internacionales, tales como la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores (2015).

Si quieres conocer más al respecto y firmar esta iniciativa, sólo debes hacer clic AQUÍ.

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Nueva Constitución y Personas Mayores
Nueva Constitución y Personas Mayores

En momentos en que nuestro país atraviesa un proceso histórico, con la creación de una Convención Constitucional que está en vías de redactar una Nueva Constitución, existe una gran oportunidad para visibilizar y consagrar los derechos de las personas mayores, grupo que en Chile es mayormente beneficiario de políticas públicas y no necesariamente sujeto de derecho.

Así lo constata el estudio “Nueva Constitución y Personas Mayores” del Observatorio del Envejecimiento para un Chile con futuro, que surge de la alianza entre la Universidad Católica y Compañía de Seguros Confuturo, el que da cuenta de la realidad actual del ordenamiento normativo e institucional y las políticas públicas del país en materia de vejez y envejecimiento, así como las brechas existentes con otras naciones.

Según el reporte, Chile tiene un largo camino por recorrer, ya que el ordenamiento jurídico relativo a la población mayor es deficiente, al haber escasas normativas específicas para este grupo, al tiempo que no alcanzan un grado de especifidad necesario para que sean eficaces.

En ese sentido, Costa Rica, Canadá, Suecia y Nueva Zelanda son los países que presentan un mayor avance en materia constitucional y personas mayores, dado que explicitan en su Consitución la protección de este segmento, o bien la no discriminación por razones de edad. Si bien la mayoría de los países apuntan a la edad en términos de jubilación y pensiones, en Chile sólo se hace una mención en lo que respecta a la fijación de límites de edad para jueces (75 años).

Rosa Kornfeld, Experta Independiente de los Derechos Humanos de las personas mayores de las Naciones Unidas por dos períodos (2014-2020);, explica que “no es mucho lo que se ha hecho en cuanto a la protección de los derechos de las personas mayores en la Constitución, pero esto es así incluso en algunos de los países desarrollados, todavía falta visibilizar la vejez en su globalidad”.

Afirma que existe una gran oportunidad para que el proceso constituyente apunte hacia un cambio de paradigma e incluya a este grupo etario en la Nueva Carta Magna. “Por ahora, tenemos la atención puesta en otros grupos históricamente marginados, por ejemplo, las mujeres y pueblos originarios, pero tenemos que ampliar este foco a las personas mayores, para que cuando se hablen de distintos temas -salud, transporte, educación, etc.-, se incluyan los derechos de este grupo”, dice.

Propuestas para una Nueva Constitución

En general, existe la percepción de que las personas mayores no son respetadas, tanto en el trato diario, como en lo estructural en nuestro país, y que existen desigualdades en diversas áreas sociales. 

Es por ello que a la luz de la discusión constitucional, el reporte plantea la importancia de definir qué se entiende por persona mayor y por envejecimiento en el ordenamiento jurídico, haciendo especial énfasis en la heterogeneidad de la vejez y de que no hay una única manera de envejecer, junto al reconocimiento específico de ciertos derechos fundamentales para este segmento etario en la Nueva Carta Magna, en áreas como educación, participación, vivienda, empleo, pensiones y salud.

La Constitución actual, mediante el artículo 19, reconoce 26 derechos[1], pero en ninguno de ellos se específica a las personas mayores ni tampoco establecen la no discriminación por edad. Por otro lado, algunas de las leyes más relevantes que se han dictaminado con foco en la población mayor corresponden principalmente a temas previsionales[2], salud[3] y violencia intrafamiliar a través del Servicio Nacional del Adulto Mayor (SENAMA), creado en 2002. Sin embargo, estas normativas no abordan la vejez en su totalidad.

En ese sentido, la Convención Interamericana por la Protección de los Derechos de las Personas Mayores (CIDHPM) de la Organización de Estados Americanos (OEA) se avizora como un instrumento vinculante, que además de establecer diferentes derechos específicos para este segmento de la población, plantea los deberes y obligaciones de los Estados parte, en los cuales se encuentra Chile pero cuyas políticas aún no ha implementado. Al respecto, se identificaron 67 brechas entre el ordenamiento jurídico de Chile y la Convención.

Asimismo, la Ley de Envejecimiento Positivo para Chile -que se encuentra actualmente en el Congreso- tiene como objetivo promover el envejecimiento positivo y el cuidado integral de los adultos mayores, considerando la diversidad del envejecimiento con un enfoque territorial a lo largo del país, y fortaleciendo especialmente la institucionalidad de SENAMA, pero aún está pendiente de aprobación.

María Soledad Cisternas, abogada, cientista política y Premio Nacional de Derechos Humanos (2014) advierte: “los tratados ratificados por Chile en esta materia han actuado como meras declaraciones y no tienen el valor vinculante que debiesen tener”, es por ello que “es vital reconocer la obligación de implementación de los tratados internacionales en derechos humanos ratificados por Chile, y ello pasa por la adaptación de la Constitución”. Asimismo, “el reconocimiento constitucional desprende una serie de efectos como el respeto a sus derechos en el ejercicio diversificado. Hay que tener en cuenta que la norma jurídica crea realidades y aporta al cambio cultural y actitudinal que se requiere hoy”.

Por su parte, Christian Abello, gerente general de Confuturo, afirma que “el actual proceso constitucional es una oportunidad histórica para elevar el ordenamiento jurídico de Chile en materia de vejez y envejecimiento, lo que no sólo es necesario, sino que se hace cada vez más urgente, considerando las proyecciones demográficas del país, que apuntan a que para 2050 este segmento representará el 30% de la población”.

Sobre el Observatorio del Envejecimiento para un Chile con futuro

El Observatorio del Envejecimiento para un Chile con futuro nace de la alianza entre Compañía de Seguros Confuturo y la Universidad Católica de Chile. Se estableció con el objetivo de visibilizar información relevante sobre los adultos mayores en el país, a través del desarrollo de estudios que permitan sensibilizar a la opinión pública y revelar tópicos de impacto social relacionados a la vejez y el envejecimiento de los chilenos.

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Nuevas realidades del trabajo 60+ en pandemia
Nuevas realidades del trabajo 60+ en pandemia

Tras un año y medio de pandemia, las personas mayores de 60 años son las más afectados laboralmente en el país, con una lenta recuperación en el empleo y un alza en los niveles de pobreza de este grupo. El dato es importante considerando que hoy el 18% de la población es 60+ y que en el año 2050 representaría el 30% de los chilenos.

De acuerdo con el último reporte del Observatorio del Envejecimiento para un Chile con futuro, proyecto que surge de la alianza entre la Universidad Católica y Compañía de Seguros Confuturo, la ocupación laboral en las personas sobre 60 años llega a 26,4% en el trimestre marzo-mayo 2021, 2,5 puntos porcentuales más bajo que lo observado en 2020. “Esta tasa de ocupación del segmento 60+ sigue en niveles inferiores a los observados antes del estallido social y de la llegada de la emergencia sanitaria”, indica el estudio.

La recuperación del empleo de este grupo etario desde el peor momento de la pandemia está por debajo de lo exhibido en el segmento de personas de menor edad. Mientras los ocupados entre los menores de 60 años aumentaron 5,3 puntos desde el trimestre julio-septiembre 2020 a marzo-mayo 2021, los ocupados en el segmento 60+ sólo aumentaron 3,5 puntos. “Esta baja en la ocupación ha impactado también en la informalidad laboral de este rango etario, que ha disminuido respecto de lo visto hace un año”, añade el reporte.

Uno de los efectos más evidentes de la caída laboral y el desempleo durante este año y medio de pandemia ha sido el cambio en los ingresos. A partir de datos de la Encuesta Casen, el estudio del Observatorio del Envejecimiento expone que en 2017 el 5% de las personas mayores (155.839) estaba en estado de pobreza por ingresos, mientras que en 2021 este número asciende a un 6% (214.542). En números absolutos, la pobreza en el rango etario 60+ experimenta un alza mucho mayor, de un 37,7%.

El efecto inicial de la emergencia sanitaria en el empleo y las personas mayores ha sido muy importante en Chile. De hecho, como se menciona en el reporte “Trabajo 60+ hoy en tiempos de pandemia”, realizado por el Observatorio del Envejecimiento en julio de 2020, de cada 100 puestos de trabajo perdidos entre marzo y mayo de ese año, aproximadamente 19 correspondían a personas 60+. Y más concretamente, si antes de la pandemia casi un tercio de las personas mayores se encontraba trabajando, al trimestre de marzo-mayo de 2020 sólo una de cada cuatro personas mayores se encontraba activa laboralmente.

La urgencia de adaptar el mercado laboral

Considerando la tendencia del envejecimiento de la población chilena y el duro diagnóstico para las personas mayores que ha revelado la pandemia, el estudio destaca una serie de recomendaciones para preparar el mercado laboral frente a los desafíos demográficos del país.

Ignacio Madero Cabib, académico UC, recalca que justamente el mercado laboral chileno para esta generación es muy poco flexible y resalta la importancia de comenzar a incentivar el trabajo part-time. Al respecto, señala que “hasta ahora, el empleo part-time es una vía un tanto indeseada por las personas mayores, porque son empleos peor pagados proporcionalmente que el empleo full-time, ya que la hora tiene menor valor. Hay que mejorar estas condiciones”. Además, comenta que este tipo de empleos con jornadas reducidas también generan un sentido de pertenencia con lo que uno hace y permiten mantener la interacción social.

Otro factor importante es apoyar las capacitaciones laborales para las personas mayores. “En otros países desarrollados se generan capacitaciones continuas que permiten que las personas tengan trayectorias laborales más estables. En Chile, en cambio, esto escasea, las coberturas son bajas, y falta invertir mucho más en la promoción de programas que busquen que las personas mayores se capaciten, se actualicen en el conocimiento”, indica Ignacio Madero Cabib.

Christian Abello, gerente general de Compañía de Seguros Confuturo, señala que “es clave que el sector privado se adapte y acoja, en forma proactiva, el talento y experiencia que pueden aportar las personas mayores a las empresas. En Confuturo valoramos la experiencia y el talento de este segmento y creemos en el gran aporte y conocimiento que pueden entregar a las diversas áreas de la organización. Por ello, actualmente contamos con un programa de contratación con foco en atraer personas del segmento 60+”, afirma.

Sumados a los esfuerzos de las empresas y de los privados, el estudio destaca que es relevante que los cambios se implementen también desde la esfera gubernamental. David Allendes, fundador de ServiSenior -empresa que colabora con la inclusión laboral de personas mayores de 50 años mediante una plataforma web que conecta a personas y empresas- asegura que incentivar a las organizaciones a contratar y mantener a las personas mayores mediante decretos o leyes sería una manera de mejorar el mercado laboral 60+. “En otros países así funciona y premian a las empresas tributariamente si tienen una dotación de personal por tantos años”, dice.

Revisa el reporte completo AQUÍ.

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Sobre el Observatorio del Envejecimiento para un Chile con futuro

El Observatorio del Envejecimiento para un Chile con futuro nace de la alianza entre Compañía de Seguros Confuturo y la Universidad Católica de Chile. Se estableció con el objetivo de visibilizar información relevante sobre los adultos mayores en el país, a través del desarrollo de estudios que permitan sensibilizar a la opinión pública y revelar tópicos de impacto social relacionados a la vejez y el envejecimiento de los chilenos.

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Uso de Medicamentos y Polifarmacia en Personas Mayores
Uso de Medicamentos y Polifarmacia en Personas Mayores

Cuando el uso de múltiples medicamentos es recurrente, toma el nombre de polifarmacia, un hábito cada vez más común entre personas mayores y que se vuelve un serio problema cuando el consumo de fármacos está por sobre lo estrictamente necesario.

El estudio “Uso de Medicamentos y Polifarmacia en Personas Mayores” del Observatorio del Envejecimiento para un Chile con futuro, que surge de la alianza entre Compañía de Seguros Confuturo y la Universidad Católica, busca dilucidar sus posibles implicancias en el país y, aunque es complejo cuantificar el impacto de esta problemática, los especialistas señalan que las atenciones de urgencia y hospitalizaciones son elevadas producto de este fenómeno.

De acuerdo al reporte, el uso excesivo de medicamentos (5 o más fármacos) aumenta la probabilidad de interacción entre principios activos, pudiendo desencadenar una serie de complicaciones en la persona. De hecho, el mayor número de reacciones adversas se presenta en personas mayores, las cuales pueden conducir a un aumento en la fragilidad y disminución de sus funciones, tanto física como cognitivamente. Esto se manifiesta, por ejemplo, en el riesgo de caídas, que se incrementa en la medida que aumenta la cantidad de medicamentos que consumen.

Según se desprende del estudio, en Chile más del 30% de las personas sobre 60 años tiene polifarmacia, una cifra que aumenta a medida que avanza la edad, alcanzando un 51% al llegar a los 90 años, y que es mayor en segmentos poblaciones con niveles de educación bajos (36%). Además, es mayor en mujeres (15,9%) que en hombres (9,7%).

Con respecto a la población chilena, un 12,9% tiene polifarmacia. Si bien hay un incremento importante (10,5 puntos porcentuales) en la polifarmacia entre las personas menores de 40 y aquellos entre 40 y 59 años, la diferencia es aún superior entre estos últimos y los mayores de 60 años, con un 13,5% y un 30,3% respectivamente. A partir de los 60 años la polifarmacia tiende al alza, incrementando en 7,1 puntos porcentuales desde los 60 hasta los 80 años, e incrementando aún más, desde los 80 hasta los 90, en 12,8 puntos porcentuales.

Entre los factores más recurrentes que explican este fenómeno están la falta de coordinación entre los distintos niveles de salud, la atención segmentada de cada patología, la prescripción de medicamentos inadecuados y la automedicación.

Según el geriatra UC, Jorge Browne, “a mayor edad, mayor número de medicamentos, y la razón de esto principalmente recae en una fragmentación del cuidado de las personas mayores. Hoy sabemos que los sistemas de salud han evolucionado a una progresiva fragmentación de las distintas intervenciones, donde -además- los distintos estamentos del sistema de salud no conversan unos con otros”.

“Cuando una persona asiste a 3 o 4 especialistas, muchas veces estos indican prescripciones unos hacia otros sin diálogo, y no necesariamente tienen noción o conocimiento de cuáles son los otros medicamentos que están indicando los otros médicos”, agrega el especialista.

Otro factor a considerar en la polifarmacia es la automedicación. En ese sentido, Jaime Hidalgo, geriatra e integrante de la Sociedad de Geriatría de Chile sostiene: “aparte de las prescripciones múltiples que hay por las distintas áreas que intervienen dentro del tratamiento de una persona, se suma lo que a mis cercanos también les ha hecho bien, y tratamos de probar con eso mismo, y entonces vamos sumando medicamentos”.

Este tipo de conductas en muchas ocasiones van acompañadas del consumo de productos naturales, los cuales igualmente tienen efectos farmacológicos y que pueden influir en la reacción cruzada entre los distintos medicamentos que ingiere una persona.

El químico farmacéutico UC, Cristián Plaza, afirma: “no por ser natural está exento de producir algún tipo de complicación. Entre ellos, los fitofármacos, que en algunos casos pueden llegar a producir un aumento en la concentración de otro fármaco, porque lo que hace es inhibir el metabolismo también a nivel hepático, y eso genera que la persona experimente mucho más frecuentemente reacciones adversas”.

Para Christian Abello, gerente general de Compañía de Seguros Confuturo, “es muy relevante tomar conciencia de esta realidad, ya que incide directamente en la calidad de vida y envejecimiento de las personas mayores de nuestro país. Como sociedad, tenemos la obligación de buscar soluciones que nos permitan reducir estos indicadores, así como también visibilizar esta problemática para fomentar el autocuidado”.

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Sobre el Observatorio del Envejecimiento para un Chile con futuro

El Observatorio del Envejecimiento para un Chile con futuro nace de la alianza entre Compañía de Seguros Confuturo y la Universidad Católica de Chile. Se estableció con el objetivo de visibilizar información relevante sobre los adultos mayores en el país, a través del desarrollo de estudios que permitan sensibilizar a la opinión pública y revelar tópicos de impacto social relacionados a la vejez y el envejecimiento de los chilenos.

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Edadismo: Imagen social de la vejez y discriminación por edad
Edadismo: Imagen social de la vejez y discriminación por edad

Estereotipos, prejuicios y discriminación es lo que gran parte de los adultos mayores sufre por parte del resto de la sociedad, un fenómeno conocido como “edadismo”, en en el que se enraíza una negativa imagen de la vejez, asociada a deterioro, vulnerabilidad e improductividad. Y Chile no está exento de esta situación.

De acuerdo con el estudio “Edadismo: Imagen social de la vejez y discriminación por edad”, elaborado por el Observatorio del Envejecimiento para un Chile con futuro, que surge de la alianza entre Compañía de Seguros Confuturo y la Universidad Católica, al menos el 18% de los chilenos y chilenas conciben a las personas mayores como una carga para la sociedad, siendo uno de los países que más adscriben a este tipo de prejuicios (World Value Survey 2014).

A partir de datos de World Value Survey 2014, para un grupo de siete países observados, el reporte da cuenta de que en nuestro país el 45% opina que las personas mayores de 70 años tienen una posición social baja, siendo sólo superado por Suecia (58%).

Asimismo, en base a la Encuesta de Calidad de Vida en la Vejez (ECV 2019), el reporte destaca que el 33% de las personas mayores ha sentido siempre o algunas veces un trato injusto por su edad en el sistema sanitario y un 24% en los servicios públicos o municipios, aumentando 7 puntos porcentuales desde el 2010.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el edadismo surge cuando la edad se utiliza para categorizar y dividir a las personas por atributos que ocasionan daño, desventaja o injusticia, y menoscaban la solidaridad intergeneracional. El término nació en 1969 con el médico gerontólogo y psiquiatra Robert Neil Butler, quien acuñó el concepto “ageism” para denominar la discriminación de las personas mayores por el solo hecho de tener más edad.

“El edadismo o viejismo -la discriminación de la gente por su edad-, está muy presente en la sociedad chilena. Lo podemos ver desde las conductas y verbalizaciones cotidianas que oímos a diario y en una discriminación a nivel institucional. En este reporte se considera esa infantilización que hay de las personas mayores, de tratarlos de ‘viejitos o abuelitos’, como si la gente en esta fase de la vida se volvieran niños o niñas. Ese es uno de los tremendos prejuicios que hay en este ámbito. Y a eso también le sumamos la discriminación en los servicios públicos y de salud”, comenta Susana González, académica de Psicología UC e investigadora principal de este reporte.

El impacto de esa percepción social sobre la edad tiene incluso repercusiones directas en la salud. El reporte destaca un estudio realizado en Estados Unidos (Levy, 2012) que mostró que las personas mayores con una concepción negativa de la vejez y alguna discapacidad grave se recuperaban un 31% menos que aquellas con estereotipos de edad positivos. En esta línea, plantea que las personas mayores con actitudes negativas hacia el envejecimiento viven en promedio 7,5 años menos que las personas con actitudes positivas hacia el envejecimiento (Levy, 2002).

Junto con lo anterior, destaca que muchas veces a los adultos mayores se les niega tratamiento o la atención adecuada por su edad y quedan fuera de estudios clínicos siendo infrarrepresentados como grupo etario en dichas investigaciones. Esto demuestra que también existe una dimensión estructural del edadismo.

Alejandro Reyes, miembro de la Alianza de organizaciones de la Sociedad Civil por la Defensoría de las Personas Mayores y Programa Personas Mayores y Derechos ONG CEC, señala que “por esta lógica en que la persona sirve en cuanto produce, el adulto mayor pasa a ser un ser pasivo. Pero eso no se corresponde con el hecho de que el ser humano es ser humano y pleno siempre, porque efectivamente mantiene su capacidad de ser, de soñar, de sentir, de comunicarse, de empatizar con otro a lo largo de la vida”.

Otro ámbito en el que el edadismo impacta de acuerdo con el reporte es en lo laboral.

En base a la encuesta “Trabajo en Personas Mayores” del Centro de Estudios de Vejez y Envejecimiento de la Pontificia Universidad Católica (CEVE-UC), el 70% de los consultados considera que las empresas prefieren contratar más a personas jóvenes que mayores y un 50% piensa que los jóvenes creen que los adultos mayores son personas enfermas, sedentarias y dependientes. Además, un 38% de los encuestados establece que las personas mayores que trabajan más allá de su edad de jubilación se encuentran más expuestos a sufrir de malos tratos en el espacio laboral.

En este sentido, Christian Abello, gerente general de Compañía de Seguros Confuturo, enfatiza en la importancia de contribuir, desde todos los sectores, en mejorar la calidad de vida de las personas mayores, lo que considera entre otras cosas, derribar mitos en torno a la tercera edad. “Las transformaciones demográficas -que hacia el futuro anticipan una mayor cantidad de población de la tercera edad- nos empujan a tomar un rol activo. Por ello, nos interesa impulsar programas de empleabilidad como Trabajo 60+, el cual busca poner en valor la experiencia y competencias de este segmento, fomentando equipos diversos e intergeneracionales, donde los adultos mayores tengan un espacio”.

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El Observatorio del Envejecimiento para un Chile con futuro nace de la alianza entre Compañía de Seguros Confuturo y la Universidad Católica de Chile. Se estableció con el objetivo de visibilizar información relevante sobre los adultos mayores en el país, a través del desarrollo de estudios que permitan sensibilizar a la opinión pública y revelar tópicos de impacto social relacionados a la vejez y el envejecimiento de los chilenos.

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Envejecimiento, enfermedades crónicas y factores de riesgo: una mirada en el tiempo
Envejecimiento, enfermedades crónicas y factores de riesgo: una mirada en el tiempo

Las enfermedades crónicas (cardiovasculares, cáncer, respiratorias o diabetes, entre otras) son patologías multifactoriales en las que juegan un rol importante los hábitos y estilos de vida, y se alzan como uno de los problemas de salud más comunes en la vejez.

De acuerdo con el estudio “Envejecimiento, Enfermedades Crónicas y Factores de Riesgo: Una mirada al pasado y al futuro”, elaborado por el Observatorio del Envejecimiento, que surge de la alianza entre Compañía de Seguros Confuturo y la Universidad Católica, si en 1990 el 73% de la población fallecía debido a enfermedades crónicas, en 2019 esa cifra escaló hasta el 86%.

El estudio explica que el incremento en las causas de muerte por enfermedades crónicas se vincula al aumento en la esperanza de vida y se concentra en los grupos de mayor edad en la población, ya que el porcentaje de personas entre 30 y 70 años que fallece producto de estas patologías ha disminuido considerablemente tanto en el país como a nivel global. “En Chile, específicamente, la muerte prematura desciende en 2.2 puntos porcentuales desde el año 2000 hasta el año 2016, llegando al 12.4%”, indica el reporte.

Según se consigna en el estudio, desde el año 1990 hasta el 2006, la esperanza de vida aumentó de 73,5 a 80,3 años en Chile. Sin embargo, los años que las personas viven con discapacidad también se han incrementado, específicamente en 1,16 años. “De esta forma, entre 1990 y 2016 el promedio de esperanza de vida era de 77 años, y el promedio de años que se vive con discapacidad son 10 años”, señala el reporte.

Con lo anterior, Chile se aleja de la tendencia seguida por países sudamericanos y se acerca más a lo que ocurre en Canadá y Estados Unidos, cuya población tiene mayor esperanza de vida, y vive más años con discapacidad.

Las enfermedades crónicas se caracterizan por ser de larga duración y de progresión lenta y, a pesar de que existen tratamientos para mantenerlas bajo control, tienen un alto impacto en las personas que las padecen, dado que muchas de ellas merman la calidad de vida obligando al consumo medicamentos de por vida y gatillando cuadros de discapacidad durante la vejez.

El geriatra Jaime Hidalgo, perteneciente a la Sociedad de Geriatría, explica que, si bien en Chile hay una alta esperanza de vida, y la mayor parte de esos años se viven sin discapacidad y de forma funcional y activa, las enfermedades crónicas pueden desatar futuras discapacidades. En este sentido, comenta que “nuestro objetivo hoy es concentrarnos en gran parte en las enfermedades crónicas, ya que entendemos que son las que pueden motivar a que esa funcionalidad, sea física, o mental, se pueda disminuir”.

Para el gerente general de Confuturo, Christian Abello, “este reporte da cuenta de la importancia que implica mantener hábitos sanos de autocuidado para las personas, más aún cuando la esperanza de vida se mantiene en aumento en el mundo y que la mayor parte de la población en Chile será de tercera edad en un futuro cercano. Pensar en la vejez es clave”.

Factores socioeconómicos

Según el estudio del Observatorio del Envejecimiento UC-Confuturo, hay determinantes sociales en la salud, por lo que la pobreza y la desigualdad se vuelven elementos relevantes en el desarrollo y prevalencia de diferentes patologías.

En general, los grupos más vulnerables tienen un bajo acceso a educación y servicios de salud, y, por otro lado, suelen estar insertos en medios más poblados y con más contaminación. Todo ello incide en que sean más propicios a tener dietas poco balanceadas, sobrepeso u obesidad y desarrollar estilos de vida poco saludables. Por ejemplo, vidas más sedentarias y/o con mayor consumo de tabaco y alcohol, siendo estos factores los que se asocian más directamente con las enfermedades crónicas.

Marcela Carrasco, geriatra académica de la Escuela de Medicina UC y miembro del CEVE-UC, afirma que situaciones socioeconómicas más precarias y menor nivel educacional se correlacionan con hábitos de vida menos saludables, que son los que inciden en gran medida en el desarrollo de patologías crónicas, y que potencia peores indicadores de salud global. Explica que “Cuando uno ve [las prevalencias de enfermedades crónicas] en poblaciones con más equidad o con el mismo nivel socioeconómico, las diferencias son mucho menores, es decir, este sesgo va disminuyendo”.

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El Observatorio del Envejecimiento para un Chile con futuro nace de la alianza entre Compañía de Seguros Confuturo y la Universidad Católica de Chile. Se estableció con el objetivo de visibilizar información relevante sobre los adultos mayores en el país, a través del desarrollo de estudios que permitan sensibilizar a la opinión pública y revelar tópicos de impacto social relacionados a la vejez y el envejecimiento de los chilenos.

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¿Cómo se están preparando los profesionales de Chile para el cambio demográfico que está experimentando el país?
¿Cómo se están preparando los profesionales de Chile para el cambio demográfico que está experimentando el país?

Se estima que para el 2050 alrededor del 20% de la población del país tendrá sobre 65 años, lo que posiciona a la vejez como un desafío importante en la formación de futuros médicos y profesionales.

En ese contexto, este reporte se basa en el análisis de las mallas curriculares de seis carreras de casas de estudio pertenecientes al Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas (Cruch) y en la cantidad de especialistas en geriatría a nivel nacional, uno de los resultados que arrojó la investigación tuvo que ver con que cinco regiones del país no cuentan con geriatras para atender a su población adulto mayor.

Se trata de las regiones de Arica, Tarapacá, Atacama, Ñuble y Aysén, donde al cierre de 2020, habitaban 182.355 personas de 65+.

En ese sentido, el análisis muestra que el número de profesionales médicos con la especialidad de geriatría, por ejemplo, ha aumentado lentamente. Así, mientras que en 2020 se contabilizaban 143 geriatras a nivel nacional, se requería de al menos 329 profesionales nuevos para cumplir con el mínimo ideal.

Asimismo, el estudio evidenció que regiones como las de Coquimbo y O’Higgins, también presentan situaciones complejas, ya que en ellas existe un geriatra por cada 107 mil y 131 mil personas mayores, respectivamente. Esta situación se repite en Los Lagos, La Araucanía, Biobío y Maule, donde la cantidad de personas mayores por geriatra se mueve entre 35 mil y 46 mil.

Por otro lado, dejó en evidencia que las regiones de Antofagasta (27.370), Valparaíso (20.424), de Los Ríos (27.750) y de Magallanes (22.174) tampoco cumplirían con la cantidad ideal de especialistas (1 geriatra por cada 5 mil personas mayores). Mientras que la Región Metropolitana, en tanto, tiene el número más cercano al ideal, con una cantidad de 9.724 personas mayores por geriatra.

El estudio además arrojó que, a nivel de especialidad, si bien el número de geriatras ha aumentado de manera importante en los últimos 10 años hasta llegar a 143 especialistas, incluso con el máximo esfuerzo por parte de las entidades gubernamentales y privadas, es improbable que para 2050 se llegue a contar con los 1.389 especialistas en medicina geriátrica que serían necesarios, considerando los casi 7 millones de personas mayores que vivirán en Chile.

Por ende, “es importante educar a los profesionales actuales y futuros respecto a los aspectos mínimos del envejecimiento poblacional y las implicancias de este fenómeno para las distintas profesiones”, precisa el informe, que destaca que “las instituciones de educación superior se encuentran al debe en la preparación de profesionales en envejecimiento y vejez, aspecto que debe ser drásticamente revisado”, señala el reporte.

La investigación, por otro lado, también arrojó que siete de cada diez universidades que imparten medicina en el país, no cuentan con asignaturas específicas relacionadas a la tercera edad.

La situación de las otras carreras

El estudio también analizó las carreras de Arquitectura, Psicología, Kinesiología, Enfermería e Ingeniería Comercial, dando cuenta que, en los primeros tres casos, la enseñanza específica de envejecimiento y vejez se presenta como escasa, ya que en menos del 17% de las instituciones de educación que forman a estos profesionales fue posible identificar asignaturas relacionadas directamente a geriatría o a la temática de envejecimiento. Por su lado, en las carreras de enfermería e ingeniería comercial, se detectó que en la primera el 100% de las casas de estudios cuentan con asignaturas de acercamiento y directas respecto a envejecimiento, mientras que en el caso de ingeniería comercial el 54% cuenta con asignaturas cercanas y ninguna universidad enseña de manera directa la temática. 

Revisa el reporte completo AQUÍ.

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Sobre el Observatorio del Envejecimiento para un Chile con futuro

El Observatorio del Envejecimiento para un Chile con futuro nace de la alianza entre Compañía de Seguros Confuturo y la Universidad Católica de Chile. Se estableció con el objetivo de visibilizar información relevante sobre los adultos mayores en el país, a través del desarrollo de estudios que permitan sensibilizar a la opinión pública y revelar tópicos de impacto social relacionados a la vejez y el envejecimiento de los chilenos.

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Principales preocupaciones de las personas 60+ en tiempos de pandemia
Principales preocupaciones de las personas 60+ en tiempos de pandemia

En nuestra constante preocupación por conocer y visibilizar la realidad de los adultos mayores del país, hemos desarrollado un nuevo reporte, el que además de dar luces sobre cómo el COVID-19 ha afectado la salud mental de la población adulto mayor, busca dar a conocer vivencias y preocupaciones del segmento 60+ tras nueve meses desde la primera cuarentena en el país, puesto que estas son también un factor importante al hablar de salud mental, especialmente cuando son sostenidas en el tiempo.

Se incluyen entrevistas a especialistas, así también entrevistas a personas mayores de distintas regiones y comunas, a fin de evidenciar desde sus perspectivas cómo han enfrentado el contexto actual.

En esta ocasión, algunos de los hallazgos más importantes apuntan a que, pese al tiempo transcurrido, entre las principales preocupaciones de las personas mayores se encuentra la situación país en general, con un 18%, arrastrada por el estallido social de octubre de 2019, seguido por Salud con un 16.9%.

Asimismo, entre los grupos etarios más jóvenes (60 a 70) se identifica que estos se preocupan más por su trabajo (59%) y la soledad (57%) que aquellas personas de 70 años o más. Este último grupo -por su parte- está más preocupado por su autonomía (85%), seguido por el deterioro del estado físico (73%) y por controles médicos y sistemas de salud (67%).

Por otra parte, se ponen en evidencia muchas de las preocupaciones que tienen las propias personas mayores frente al contexto de contingencia mundial: la pandemia en sí, la posibilidad de contagiarse, su propia situación financiera y otros efectos como la escasez de contacto con familiares y amigos. En este sentido, uno de los potenciales desafíos a futuro corresponde a definir cómo guardar el distanciamiento físico sin que este implique un distanciamiento social para con las personas mayores.

Asimismo, es importante definir herramientas y metodologías que permitan proteger a las personas mayores sin que estas afecten su autonomía. En especial, si se considera la posibilidad de un segundo rebrote de la pandemia de COVID-19 en nuestro país, lo que podría implicar tomar nuevas medidas que coarten la libertad de los individuos, independientemente de su edad.

Si bien este reporte intenta dar luces sobre los efectos de la pandemia en la salud mental hasta ahora, aún está por verse su efecto en el largo plazo. De todas formas, es importante recordar que las personas mayores en Chile y en el mundo, presentan altos niveles de resiliencia para enfrentar y adaptarse rápidamente a los cambios incluso aquellos referidos a una contingencia como una pandemia.

Por último, la evidencia internacional ha demostrado que existe una necesidad de resaltar la salud mental de las personas mayores como un tema prioritario dentro de las políticas públicas. Para ello, es necesario reformular a nivel social, tanto el concepto de envejecimiento como de salud mental. El dejar de asociar la vejez con elementos negativos -como inutilidad, por ejemplo- permite que las personas construyan de mejor manera su vejez. Y por otro lado, desmanchar la salud mental provoca que las personas estén más abiertas a pedir ayuda, y -por tanto- mantengan su bienestar emocional y mental.

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¿Qué ha pasado con las atenciones de salud preventiva en personas mayores en pandemia?
¿Qué ha pasado con las atenciones de salud preventiva en personas mayores en pandemia?

Tomando como referencia la evolución de las atenciones de urgencia en este grupo de la población durante 2020, el reporte destaca que la tendencia a la baja se profundiza en septiembre respecto a 2019, a pesar de la aplicación de medidas de desconfinamiento.

La medicina preventiva juega y jugará un rol clave en la salud de las personas de Chile durante parte importante de su ciclo de vida y, en especial, en las etapas posteriores a los 60 años.

En ese contexto, se elaboró un reporte sobre medicina preventiva en adultos mayores en tiempos de pandemia, detectando que las consultas médicas en las personas sobre 65 años -tomando como referencia las atenciones de urgencia entre el 1 enero y el 6 septiembre- han caído hasta 78% en la Región Metropolitana. Esta baja se registró durante la primera semana de septiembre, período en el que las medidas de desconfinamiento ya se estaban comenzando a aplicar. 

El reporte -que incluye la mirada de diversos expertos del sector público y académico- destaca que la pandemia del COVID-19 ha afectado a todo tipo de atenciones de salud, tanto por las solicitudes y estrategias de la autoridad para no exponer a las personas, sean mayores o no, así como también por la disposición de las propias personas a asistir a instancias necesarias para su salud.

“En este sentido, la importancia de enfrentar la salud, tanto referida a atenciones preventivas, de urgencia como a controles de enfermedades crónicas, se transforma en un desafío que se deberá asumir a la brevedad, en especial si se considera que no existe una solución concreta a la pandemia de Coronavirus en el corto ni en el mediano plazo y una disminución constante y de tal magnitud en las atenciones plantea potenciales problemas en la salud de la población”, destaca el estudio.

María José Gálvez, directora de estudios del Servicio Nacional del Adulto Mayor (SENAMA), al ser consultada en el reporte sobre los potenciales efectos de la pandemia, indica que “las personas por no haber ido a consultar a tiempo se pueden haber expuesto a ciertos riesgos y ciertas patologías que, sin una rehabilitación temprana, pueden tener consecuencias importantes en la discapacidad, entiéndase enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares, traumatismo encéfalo craneanos, entre otros, que en el fondo van a seguir existiendo y que si no se consulta a tiempo o existieron barreras de acceso a la rehabilitación podrían terminar en una discapacidad”.

En tanto, el Dr. Pedro Paulo Marín, geriatra y jefe de la Sección Geriatría de la Facultad de Medicina UC comenta que “es posible que enfermedades no cuidadas por temor a contagiarse de COVID u otra enfermedad empeorarán, desde una atención de urgencia hasta los controles comunes que se realizan”.  

Este reporte plantea que el desafío para el futuro debe hacer frente a nuevas metodologías de atención, en donde sea posible asegurar el tratamiento y la consulta constante en la población, en especial para aquellos grupos que se pueden ver afectados al detener su tratamiento. 

“En el caso de las personas mayores el sistema público juega un rol fundamental, no solo porque es el sistema principal que ocupan (9 de cada 10 se atiende en FONASA), sino porque permite la articulación de sus comunidades, reflejadas en sus familias, amigos y redes de apoyo, con el resto de los sistemas públicos, tales como municipios y los programas con foco en la población 60+”, destaca el estudio.

En esa línea, Jorge Browne, médico del equipo de geriatría UC, señaló en el reporte que “cuando uno habla de salud, entendida en el contexto más amplio, uno debiera pensar que prevención significa los apoyos de redes locales, comunitarios; salud puede significar el poder caminar, poder contactarte con tus redes familiares, entre otras cosas. Entonces, es necesario englobar prevención como un ‘paraguas’ más amplio que los servicios de salud”.

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Principales Resultados del Reporte de Medidas Nacionales e Internacionales de confinamiento y desconfinamiento
Principales Resultados del Reporte de Medidas Nacionales e Internacionales de confinamiento y desconfinamiento

En un nuevo reporte del Observatorio del Envejecimiento se enfatiza en la necesidad de generar nuevas medidas que vayan más allá de la edad de las personas y que consideren las características de cada cual como individuos.

Sobre el 80% de los fallecidos por COVID-19 en el país, corresponden a personas mayores de sesenta años, lo que ha posicionado a este grupo de la población como uno de los focos principales de las autoridades a la hora de determinar medidas preventivas, que en el caso de Chile han considerado cuarentenas obligatorias (para mayores de 75 años), la suspensión de actividades en clubes de adultos mayores y la restricción de visitas a establecimientos de larga estadía, entre otras.

Frente a ello, el estudio analizó las distintas medidas de confinamiento y desconfinamiento aplicadas a este grupo etario, tanto en Chile como en algunos países de Latinoamérica y Europa, con el fin de determinar los desafíos en términos de protocolos, que deberían considerarse a futuro para este segmento.

De acuerdo al reporte, si bien tanto en Chile como en otros países hubo una reacción rápida en torno Al segmento 60+, quedó expuesta una visión “edadista”, es decir de discriminación por edad, por lo que da cuenta de la importancia de avanzar hacia medidas que eviten evitar el uso de límites de edad arbitrarios.

En esa línea, Sara Caro, académica de la Pontificia Universidad Católica, señaló que la aplicación de este tipo de medidas ha evidenciado que en algunos aspectos hay desconocimiento sobre las necesidades y la realidad de las personas mayores en Chile, cosa que también quedó expuesto en los protocolos ejecutados en otros países.

En relación a las cifras, el informe constató que en Uruguay se contabilizan 48 personas fallecidas por COVID-19 de las cuales 45 son 60+ (93.8%). Mientras que mostró que el caso de Argentina, el 80.6% de los fallecidos al 29 de agosto son adultos mayores (60+).

En el caso del primero de estos países, que según las cifras es uno de los que mejor ha enfrentado la pandemia, no se impusieron restricciones a los ciudadanos y el enfoque del plan de prevención consistió en poner en práctica campañas que incitaban a todos los ciudadanos, sin importar su edad, a quedarse en casa y resguardarse haciendo uso de protocolos sanitarios básicos. No obstante, sí fueron adoptados de forma oficial, horarios de compra en la mañana para las personas mayores.

En la misma línea, el reporte mostró que otros países, como Francia y España, también implementaron cuarentenas sin distinciones de edad, habilitando horarios específicos para que las personas mayores salieran e hicieran compras de insumos de necesidad básica y así prevenir los contagios.

Otra tendencia a nivel mundial de la que dio cuenta el reporte tuvo que ver con la implementación de teléfonos de ayuda, gratuitos y con cobertura nacional, cuyo objetivo es acompañar a muchos adultos mayores, que con la pandemia perdieron las formas habituales de relacionarse con sus redes de apoyo, de trabajar, de acceder a servicios sociales y de salud, entre otros. Esta medida cobra mayor relevancia si consideramos que en Chile el 19,1% de los adultos mayores declara sentirse aislado, el 20,2% excluido y el 35,3% siente que les falta compañía. “Si bien esta pandemia deja desafíos importantes con nuestros sistemas de atención médica y de salud pública -escasez de la cadena de suministro, capacidad de atención y tratamientos prolongados- existe un desafío social muy relevante también, que consiste en repensar el lugar de los adultos mayores en la sociedad”, plantea el reporte.

Lo positivo

El estudio muestra la opinión de diversos expertos nacionales e internacionales que indican que a pesar que los adultos mayores son uno de los grupos de mayor riesgo de padecimiento de Covid-19, no ha sido tomada en cuenta su heterogeneidad a la hora de implementar medidas de protección y prevención, pero resaltan a la vez, que este escenario puso en la mirada pública a los adultos mayores, dando a conocer sus diversas condiciones de vida.

“A todo esto, se suma que en la actualidad se puede ver una mayor preocupación familiar y de la sociedad por las personas de tercera edad. Por otro lado, ahora que gran parte de la población mundial ha experimentado lo que es el aislamiento social y los sentimientos de soledad que vienen apareados, se puede llegar a un mejor entendimiento de este fenómeno y encontrar formas de que no se perpetúe. En este sentido, desde una mirada optimista, como sociedad tenemos una oportunidad única para mejorar, pues se ha ganado conocimiento y conciencia de las situaciones desventajosas en la que se encuentran los adultos mayores”, destaca Macarena Rojas, directora de gestión de Observatorio del Envejecimiento.

Finalmente, el análisis indica que algunas formas de superar las barreras impuestas a las personas mayores es gestionar instancias que permitan el contacto intergeneracional y reivindicar la figura de los adultos mayores, así como fomentar su participación en la toma de decisiones en relación a políticas públicas que los involucren.

Revisa el reporte completo AQUÍ

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